Mi segundo hogar (o de cómo anhelar la teletransportación)
Ya lo dije por todo medio posible. Hoy tengo desesperación por estar en Coma-ruga. Aquí puedo explayarme un poco más y aclarar que no es por esa hermosa playa. No es por tirarme sobre una toalla y lentamente acariciar la arena calentita, mientras la mente se relaja y no deja lugar a pensamientos perturbadores.
Ni porque prefiera estar en una ciudad veraniega antes que trabajando un jueves santo encerrada en un shopping, lleno de gente que sale desesperada de su casa, a gastar su dinero en compras superfluas.
No, nada de eso. Quiero estar en Coma-ruga por el aire. Es diferente, característico (como el de cada lugar, por supuesto). Así como a veces sentimos olores que nos recuerdan a otras épocas, yo recuerdo claramente el olor de mi pueblo.
Aire fresco, con el toque de la brisa marina que aliviana los días calurosos. Y que invita a largos paseos por la orilla del mar los dias de invierno (si, yo no soy de playa en verano...) Al mediodía, olor a mariscos, a pescado fresco... a paella y a croquetas!!! (los que me conocen, saben de mis debilidades).
Me imagino caminando por la avenida de la Generalitat, ancha, arbolada y con el mar de fondo. Y de ahí, por el paseo marítimo hasta el final de Sant Salvador, como cada mañana, algún verano que me agarró deportista y madrugadora...
Casitas bien pintorescas, el sol saliendo por el frente y, si hace calor, algún yayo madrugador que ya bajó a la playa para asegurarse su lugarcito frente al mar.
Aunque en algún momento, la estrategia dictaba sobre oportunidades, bienes, etc. (y el corazón pesaba con distancias familiares) y tuve que volverme, nada pudo aún separar el alma de ese pueblo, mi pueblo, donde comencé una nueva vida alguna vez, y a donde seguramente volveré, quizás a terminar alguna otra.
Comentarios
un abrazo grande, te acompaño en sentimiento.
Ahhhahahaha....
BEesos!
Uno siempre vuelve y al volver uno descubre que uno nunca se fue.
Que gran invento el flashsideways de Lost!