Yo y todas
Siempre están ahí... Agazapadas... Otras ocupando mi lugar, acompañando, observando, juzgando. Ella es la más cruel. Es fría y manipuladora. Nunca está quieta y su diversión es rondarme con su risita burlona. Me ve caer, humillarme y lastimarme soltando carcajadas y señalándome con su dedito. No se da cuenta que si me hundo, ella se hunde conmigo. Ella impulsó mi decisión de no mostrarme vulnerable "nunca más!". Y no por miedo a los demás, a los de afuera. Miedo a asomarme a ese abismo y sólo escuchar su risa amarga... La otra es una etérea presencia, frágil e indefensa. A veces puedo sentir cómo se acerca y posa su cabeza en mi hombro muy suavemente mientras solloza como una niña pequeña. Su manito acaricia mi espalda, intentando consolarme... No se da cuenta que si se hunde, me hundo con ella. Ella alimenta los deseos de quedarme en un rincón, inmóvil, pasando desapercibida entre un paisaje que me cubra y disimule, hasta que se haya extinguido todo recuerdo de mi existencia...